En la entrega pasada hablamos sobre porque es importante hablar sobre las
masculinidades y todo aquello que se constituye en ella. Pero ahora
revisemos un poco más a fondo los pilares sobre los que descansa nuestra
masculinidad. Como lo dijimos antes, la masculinidad se construye. Pensando en una edificación cualquiera, dicha estructura requiere de pilares que ayuden a
sostenerse. Estos pilares los nombraremos como mandatos de género.

Existen diversos y amplios mandatos de género, pero nos basaremos en 7
para comenzar a explorar los más comunes.



1. Autosuficiencia.

Un hombre de verdad, no depende ni necesita de nadie. Eso es lo que nos
dice el mandato de género para los varones. Los hombres nos valemos por
nosotros mismos sin depender de nadie y cuando aceptamos recibir ayuda,
llega una emoción de no cumplir con el mandato. El especialista y terapeuta
Manuel Hernández nos dice lo siguiente: "La idea de autosuficiencia está
tejida con diferentes creencias y comportamientos. Socialmente aún se suele
considerar que un hombre demuestra ser hombre cuando logra bastarse a sí
mismo, es decir, “cuando deja de depender”. Depender o necesitar de alguien
más es visto y vivido como una incompletud, como no ser suficiente,
insuficiencia de ser hombre, ser débil; por consecuencia el solicitar apoyo se
vive como algo que no nos está permitido".


Un hombre de verdad, tendrá que mostrarse siempre exitoso, poderoso y
fuerte, pues se nos ha impuesto el rol de ser un roble ante la adversidad. Y
no es que ser un roble esté mal, pero no pelear contra las emociones de miedo o la inseguridad, se trata más bien de aprender a gestionar nuestras
emociones.

Aprender a conocernos, expresar nuestros miedos e inseguridades y tratar de
ir reconociendo en qué momento, me estoy limitando a sentir por un decreto
masculino e intentar encontrar caminos alternativos más flexibles y amigables
donde poder expresarnos y experimentar el sentir. Esto nos quitará una
enorme carga, la carga de parecer todo el tiempo ser fuertes.

A continuación, presentaremos un cuadro de mitos vs realidades respecto a la autosuficiencia: 


Mito: Tenemos que mostrarnos fuertes todo el tiempo y ante la adversidad.
Realidad: La realidad es que no se trata de negar la fortaleza, sino de
aceptar nuestra vulnerabilidad. Llorar, preocuparse y pedir ayuda son
emociones naturales y como hombres, es válido sentir la necesidad de dejar
el papel de ser fuerte.


Mito: Si muestro miedo, soy menos hombre.
Realidad: Sentir miedo puede ser una herramienta que nos hará crecer. Huir
o suprimir el miedo solo lo incrementará. El miedo puede ser un radar para
identificar inseguridades y hacernos cargo de nuestras emociones, siempre
desde la empatía.   


Mito: Tenemos que resolver todo y poder con todo.
Realidad: Hay cosas que no están en nuestras manos, y entender que hay
cosas que no están en nuestro alcance es también saber los límites de
nuestras preocupaciones. Hacernos responsables de lo que nos corresponde
será el mejor hack para dejar de controlar todo.
Ante esto, lo ideal sería que los hombres encontremos una red de apoyo,
tejer espacios seguros donde no se nos juzgue y juzguemos. El terapeuta
Manuel Hernández continua: Esto implica pensar en nuestras redes de
apoyo, en la forma en que nos relacionamos y construimos intimidad con
nuestras personas de apoyo. Hay personas que ignoran cómo tejer un
espacio de cuidado y seguro. Recomiendo que los hombres nos preguntemos
acerca de lo pensamos qué es el apoyo y el cuidado mutuo, así como la
tensión y el malestar en nuestros vínculos.


En síntesis el mandato de poder con todo, no parecer débil y alimentar la
expectativa de que tenemos que ser fuertes todo el tiempo, genera una carga
que puede traducirse en frustración o estrés causándonos diversos tipos de
emociones y ante la falta de modelos de gestión para ellas, podemos vernos
afectados en nuestra salud mental y emocional. Lo mejor, será permitirnos
otra forma de vivir la autosuficiencia, desde el cuidado y el apoyo mutuo,
desde el expresar y habitar nuestra masculinidad con ternura y cuidado.