Existen muchas ideas alrededor de la sexualidad masculina, desde las concepciones de cómo ligar, las formas en las que tenemos que enamorarnos hasta cómo disfrutamos del sexo. Estas ideas son las construcciones con las que salimos al mundo y su encuentro. Nuestra forma de concebir el sexo y el placer son muy diferentes a la de las mujeres. Nuestra socialización masculina nos ha dado una serie de guiones de cómo debemos comportarnos, qué debemos pensar y cómo debemos sentir. Ante esto vale la pena preguntarnos cuál es la forma en la que nos hemos relacionamos con nuestro cuerpo, el sexo y el placer. ¿Alguna vez has escuchado que a los hombres nos cuesta trabajo gemir durante el sexo? Los motivos suelen ser diversos aunque casi siempre con un mismo origen: Nuestra construcción de la masculinidad. 

Los hombres aprendimos de sexo de otros hombres, casi siempre de amigos o del otro amigo: el porno. La pornografía también juega un papel fundamental en nuestra pedagogía sobre el sexo y el placer, una pedagogía que muchas veces nos aleja de la realidad de los cuerpos y la narrativa reduce el placer a un viejo juego llamado “mete y saca”. Conformarnos con esa narrativa donde el placer sólo pasa por los genitales y la piel nos dará una estrecha experiencia sobre nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestra imaginación, nuestras emociones y sentimientos. Pero esto no es un texto sobre el porno (que ya lo tendremos) sino de abrirnos camino hacia una sexualidad más placentera y responsable y digo responsable porque implica nuestra salud.  La Asociación Mundial para la Salud OMS definió la salud sexual como: 

"Un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad..Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia."

Me parece más que pertinente compartir esta definición por varias razones. La primera, para desestigmatizar nuestra sexualidad. Muchas veces crecemos con la idea de que nuestra sexualidad se reduce a nuestros genitales y nada más allá, dejando de lado el resto de nuestra piel, de nuestro cuerpo; y  aquellas cosas que no son posibles de ver o tocar como los sueños, pensamientos, fantasías, emociones y sentimientos pero que juegan un papel primordial en el disfrute pleno de nuestra sexualidad, por ello es importante comenzar a concebir a la sexualidad como una parte de mi integridad que debe ser cuidada y atendida desde la responsabilidad, que va mucho más allá del uso de anticonceptivos y uso de condón, y extender la idea al cuidado de mis emociones, de mi cuerpo, de mis vínculos.

Los hombres también tenemos pendientes algunos temas con nuestro cuerpo. Tal vez no estemos conformes con nuestra voz, nuestro vello fácil, nuestra estatura, nuestra complexión, nuestro color de piel, ojos o cabello, el tamaño de nuestro pene y demás mandatos de belleza que se nos han impuesto. La realidad es que todo lo mencionado anteriormente corresponde al ideal de belleza masculina aunada a la noción de éxito. Conjunto a esto, debemos sumar los demás pilares de la masculinidad: ser fuerte, agresivo, hipersexual, protector. Seguir negando nuestro cuerpo muchas veces trae frustración, descontento e incluso problemas con nuestra estima. Reconocer nuestro cuerpo como válido, como un cuerpo que merece respeto, un cuerpo que no  define tu persona, un cuerpo que merece amor, afecto, cuidado y por supuesto placer. Para hacer las pases con nuestro cuerpo es fundamental explorarlo sin prejuicios, con aceptación, con respeto y sin olvidar que es una práctica más que natural. Claro que esto suena fácil si no tuviéramos una cultura que todo el tiempo nos hace perseguir la belleza, las tallas y la forma en la que debemos vernos para ser hombres plenos y exitosos.

Pensemos en nuestro placer más allá de los genitales. Demos la oportunidad de pensar en aquello que no nos permitimos por vergüenza, por rigidez con mi persona o incluso por miedo, aunque podemos neutralizar esos pensamientos desde la compasión, es decir, sin juzgarnos más de lo que este sistema ya lo hace. Ante todo, el autoerotismo es un proceso que implica el autocuidado, el autoconocimiento, el revisar mis ideales sobre lo que es ser hombre y lo que me constituye. Tener siempre en cuenta que mi sexualidad es una extensión de mi salud y bienestar.

Por: Mikel Armenta López.